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En este trabajo se mide la efectividad de la intervención realizada con los alumnos de primaria de un colegio privado en Chichicastenango. El objetivo fue evaluar si hubo una mejoría en el rendimiento en los procesos de lectura y escritura en los estudiantes que se identificaron como “en riesgo”, luego de realizar una intervención grupal específica. La muestra está formada por quince estudiantes de etnia K’iche’, niños y niñas, que cursaron de segundo a sexto grado primaria en el año 2011. El metodología consistió en evaluar a los alumnos becados, beneficiarios de una beca otorgada por la fundación que solicito la intervención. Luego se identificó a los alumnos que habían tenido más dificultad en las pruebas. A estos alumnos se les identificó como “en riesgo”. Se realizaron intervenciones cada tres semanas, y se proporcionó material para trabajar durante el tiempo que no había intervención. Luego de un período de seis meses se volvió a evaluar a los estudiantes para medir su rendimiento y las áreas que todavía había que fortalecer. La intervención consistió en desarrollar destrezas de lectura y escritura. El análisis de las pruebas demostró que sí hubo mejoría en el área de escritura del primer grupo, pero no hubo mejoría en el área de lectura. Para el segundo grupo, sí encontramos mejoría tanto en el área de lectura como de escritura. Con el estudio se puede concluir que un modelo planificado de RTI puede ser una buena alternativa para mejorar el rendimiento escolar en alumnos con dificultades académicas.
The aim of the study was to measure the effectiveness of the implementation of the second level of RTI in a private school in Chichicastenango. It measures if there was a significant improvement in reading and writing skills in the students that were identified as “at risk” and that participated in a group intervention. The sample is made of fifteen students, male and female, that were between second and sixth grade in 2011. The student’s ethnicity is K’iche’. The study started by evaluating a group of students that received a scholarship by the Mary Sue foundation. The students who had the most difficulties during the test were identified as “at risk”. An intervention was planned and implemented for these students. This intervention was implemented in two-hour sessions, once every three weeks. Extra work and activities were given for the students to do in between sessions. The intervention consisted on developing both reading and writing basic skills. After sixths months, a second evaluation was made to monitor the progress of the study. Both evaluations were used to analyze the improvement achieved by students after participating in the intervention. The analysis proved that there was an improvement in writing skills but not in reading skills for the first group. However, the second group had a significant improvement in both areas. The study proves that a well-planned RTI model can be an effective strategy to help students reach a better academic achievement.
