La migraña crónica es una enfermedad que afecta al 0,5-2,5% de la población según las estadísticas que se analicen y la definición de migraña crónica que se adopte. Es extraordinariamente incapacitante, ya que no permite realizar las actividades personales, profesionales o sociales programadas, y tiene un gran impacto sobre la calidad de vida de los pacientes, medido en escalas de discapacidad, calidad de vida e impacto en la actividad diaria. Sin embargo, actualmente se dispone de tratamientos que han demostrado eficacia en la migraña crónica, como la OnabotulinumtoxinA. Es un tratamiento bien tolerado y con una tasa de eficacia elevada. Pero no es sólo una herramienta terapéutica, sino que ha abierto las puertas en el mundo de la cefalea a la realización de tratamientos invasivos, al aprendizaje de técnicas y, en definitiva, a situar la cefalea en unidades de referencia ubicadas, habitualmente, en hospitales de tercer nivel. Además, ha ayudado a eliminar el concepto de que los pacientes con cefalea deben ser atendidos exclusivamente por médicos de atención primaria o neurólogos generales. Ésta es una oportunidad que debe aprovecharse para redimensionar el campo del estudio y asistencia de la cefalea. En el futuro, esto va a complementarse con novedosos tratamientos con neuroestimulación y, probablemente, con anticuerpos monoclonales contra el péptido relacionado con el gen de la calcitonina. Se ha iniciado una revolución en nuestro conocimiento y capacidad de actuación. Es nuestro deber darle la importancia y uso que se merecen tanto para nuestros pacientes como para nosotros como especialistas.