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Luis Izcovich
Lo que lleva a un sujeto a solicitar un análisis, es una falla en el saber sobre lo que le pasa, se trata de reoperar en cada cura por qué el saber del sujeto se vuelve un impase, y las condiciones de la solución. Es necesario que el enigma sobre el saber inconsciente, que al comienzo está del lado del sujeto, sea transferido al Sujeto supuesto Saber (SsS), encarnado en la persona del analista, y del lado del analista se impone la necesidad de la suspensión del saber como condición de la emergencia de un saber que no sea del orden de lo pre-establecido. Pero más allá de ello hay otra dimensión, lo que el analista debe saber, “qu’il ne peut-être que lui-même en ses paroles”. Lo que se debe producir, ser provocado, a cada entrada en la experiencia analítica es el encuentro entre lo singular de un sujeto y la particularidad de un analista. El autor se propone demostrar esto con un caso de su propia práctica clínica: cómo el analizante en la cura ha podido encontrar una respuesta por el síntoma que le permite otro arreglo con el deseo femenino, que no es el mismo de los hombres de su familia, y que le ha permitido hacerse a lo imposible de la relación sexual, para ello se inventa su propia definición de lo que es un hombre para una mujer, que lo hace un Hombre como los otros, pero diferente a los hombres de su familia.
