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El cómo es interpretado, sentido, vivenciado, representado el ejercicio de la dirección para aquellos seres humanos que la ejercen, matiza la peculiaridad con que cada uno dirige; constituyen en sí, la base para el sello distintivo que cada dirigente le imprime a su desempeño, a través del ejercicio de sus funciones, en un contexto y tiempo determinado. De esta idea viene la importancia que reviste el estudio de la categoría configuración subjetiva del ejercicio de la dirección, en tanto, piedra angular para perfeccionar los quehaceres en materia de dirección orientados a la organización y control de los procesos. Los cuales adquieren particularidades en el entorno organizacional, por las características espacio-temporal y de exigencias que al interno de las mismas y en su relación con el entorno, garantizan su sostenibilidad. Más, cuando no se conocen indicadores teóricos que permitan un acercamiento desde la teoría a las particularidades de la categoría configuración subjetiva en una actividad específica: dirección. Por lo que el siguiente artículo vendría a permitir un acercamiento teórico a dicha categoría haciendo una propuesta de indicadores que permitan un tratamiento de la misma desde los directivos. El propósito final: despejar las malezas en torno a la dirección (aun cuando los estudios que la ubican como centro, son amplios), y propiciar una mayor comprensión que parta desde la persona que la ejerza hacia los “dirigidos” y viceversa, como un proceso en forma de espiral que por sí solo conlleve a mejores índices de eficiencia.
