Telmo Eduardo Peña Correal
Celebrar 50 años es usualmente en la vida de una persona un reconocimiento de adultez. La persona ha vivido más de la mitad de su vida. Su organismo usualmente empieza a decaer, aunque sus funciones psicológicas y su productividad social estén en plena producción. Celebrar 50 años de una disciplina o una profesión en una Universidad y en un país es reconocer que el "bebé" es viable. No es signo de madurez. Es más bien, en los términos temporales del desarrollo del conocimiento humano y de las prácticas sociales, el haber dado sus primeros pasos vacilantes y con frecuencia llenos de caídas, de equivocaciones, de vacios, pero también tener la vitalidad necesaria para mirar con optimismo el futuro.