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Martina Burdet
Si bien la autora no cree que nada haya cambiado a nivel de las prácticas sexuales, sí hace la hipótesis de una presencia de excitación sostenida y excesiva; excitación social y pulsional difícil de ligar que alude a un cambio en la economía psíquica. Excitación sin tregua en una sociedad donde el discurso prevalente tiende a negar el hecho psíquico cuando tiene que ver con el desvalimiento humano y a privilegiar aspectos más narcisistas. La sexualidad, por definición traumática desde sus orígenes, bajo el soplo de una excitación excesiva, implica pasar de una sexualidad reprimida a una sexualidad defensiva. Cuando Eros ya no es capaz de ligar el exceso de excitación, se camina hacia un más allá del principio del placer, lugar donde el dolor ocupa el lugar del placer/displacer y donde impera la desligazón. Como consecuencia podemos tener un clivaje cada vez mayor entre lo tierno de lo sexual, una sexualidad «hard» concebida como acto indiferente a las cualidades del objeto; una huida de la diferenciación sexual; proto o neosexualidades defensivas frente a traumas precoces y variantes del masoquismo moral como técnicas de supervivencia psíquica que aportan soluciones económicas que tienden a apartase de lo erótico histérico.
