Francisco Javier Montejo Alonso
Tras la Primera Guerra Mundial el movimiento psicoanalítico se apoyó, para su consolidación y expansión, en un proyecto de compromiso social basado en la creación de instituciones asistenciales donde atender amplias capas de la población, especialmente a las más desfavorecidas. Era su manera de dar alguna respuesta al sufrimiento de la población en un momento de tremenda crisis. El proyecto, crear una "psicoterapia para las masas", precisaba de clínicas psicoanalíticas gratuitas y de un gran número de psicoanalistas. A la sombra de las clínicas se formaron los institutos de formación de los cuales salió el modelo de formación en parte vigente hasta nuestros días. Al "Policlínico" de Berlín (1920) le siguieron: el "Ambulatorium" de Viena (1922) y las clínicas e institutos en Londres, Moscú, París, Boston, Nueva York, Frankfurt, Praga ... Hasta que la crisis económica y el ascenso del fascismo desmantelaron todo. Tras la II Guerra Mundial, el movimiento psicoanalítico borró todo vestigio del compromiso anterior en su necesidad de adaptarse al despolitizado mundo anglosajón, forjando un nuevo proyecto caracterizado por la medicalización del psicoanálisis, de su formación y por la neutralidad técnica, filosófica y política de los analistas y de su movimiento.