En las últimas décadas, el movimiento asociativo de la discapacidad, el formado por la suma de las organizaciones cívicas de personas con discapacidad y de sus familias, ha inducido una serie de cambios de consideración en el entorno social, el ajeno a la propia y estricta discapacidad, que paradójicamente está teniendo efectos en este sector ciudadano, hasta el punto de que lo enfrenta, en el mejor de los sentidos, al desafío ingente de su propia reinvención. Cambios exógenos que han determinado, están determinando, cambios endógenos.