Acceso usuarios
Virginia Mora Febres
Este artículo compara el caso Dora con el caso de una niña de nueve años con síntomas conversivos. Freud trabaja con Dora a través de los sueños, la autora trabaja con la niña a través del juego, entendido éste como un lenguaje del psiquismo, que al igual que los sueños permite traducir toda su simbolización. Ambas historias y partes del tratamiento son contadas a través de cuatro vertientes: 1) Sobre los padres y las fallas en el apuntalamiento precoz del objeto materno. 2) Un cuerpo que habla revela el síntoma como delator de un conflicto psíquico. 3) Secretos y mentiras que muestran aspectos poco veraces de ambas historias, que intentan ocultar verdades encubiertas y 4) Espejito, espejito, ¿quién soy yo?, alude a las múltiples identificaciones de la histeria. Con más de 100 años de diferencia, se plantean las similitudes entre ambos casos, y se hace hincapié en los conceptos de traumatismo, sexualidad, conversión, cesión de los hijos e identidad.
