Helena Santos Canelles, María Jesús Sobrido Gómez, María José García Antelo, Yerko Ivánovic Barbeito, J.J. Díaz Silva
Se observa un interés creciente por el estudio de los síntomas extranígricos de la enfermedad de Parkinson, como las alteraciones de la marcha, que conllevan una importante disminución de la calidad de vida. La marcha es un proceso complejo cuya afectación puede explicarse por la suma de elementos como hipocinesia, asimetría en el movimiento de ambos hemicuerpos, disfunción ejecutiva, alteraciones en la sensibilidad propioceptiva, factores ambientales y emocionales. En la regulación de la marcha y la postura están implicadas diversas estructuras cerebrales y neurotransmisores que en la enfermedad de Parkinson tienen alterada su activación. En las fases iniciales los trastornos de la marcha son controlados aceptablemente con fármacos dopaminérgicos pero la respuesta a estos medicamentos no es satisfactoria en fases avanzadas, lo cual ha llevado a investigar sustancias con otros mecanismos de acción (metilfenidato, dihidroxifenilserina, anticolinesterásicos, memantina, inhibidores selectivos de los receptores de serotonina, entre otros) y tratamientos no farmacológicos como cirugía (estimulación cerebral profunda del núcleo subtalámico y del pedunculopontino), fisioterapia y acupuntura.