Montserrat Téllez de Meneses, P. Barbero
La patología vascular cerebral en la infancia es, a diferencia del adulto, poco frecuente; sin embargo, esto no nos debe impulsar a no considerarla importante. Existen diferentes procesos vasculares que repercuten en diferente medida en el porvenir neurológico y psicológico de nuestros pequeños pacientes; estas secuelas son más o menos importantes y, en algunas ocasiones, lesiones que les acompañarán toda la vida a pesar de nuestros métodos terapéuticos actuales. Básicamente, diferenciamos las lesiones orgánicas vasculares preestablecidas o malformativas de aquellas otras causas adquiridas como consecuencia de una situación anómala inherente a otras patologías y de origen extravascular. Destacan entre todas éstas, por su frecuencia, gravedad y patología celular, las hemorragias intraperiventriculares (HIPV) de los prematuros y pacientes con muy bajo peso al nacimiento. Las causas malformativas permanecen y son una relativa rareza y estables en su frecuencia, mientras que las HIPV han experimentado un incremento importante en los últimos años, debido a diferentes causas, entre las que destacan el aumento de partos múltiples de pretérminos, alrededor de las 30-32 semanas de gestación. Este grupo de población precisa un control neuropediátrico precoz y continuado. Algunas de las secuelas se detectan e intervienen rápidamente; otras pueden aparecer más tarde y precisarán la labor de neuropediatras, psicólogos, educadores y fisioterapeutas de forma coordinada