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Rosendo Rodríguez Fernández
El capitalismo, sistema económico, permea la filosofía y las ciencias, e invierte la relación entre los elementos constituyentes de la globalidad:
la cultura pasa a servir al capital, al convertirse en un elemento ontologizado por el dinero. Según la advertencia de Agamben, el sujeto llega a ser fundado por ese término problemático que tiene el poder de adquirir fantasmáticamente cuanto objeto �a� se propone en el mundo de las mercancías. Lo que se puede encontrar por el reverso de los mercados de los goces diversos, que han colocado al discurso mismo en la condición mercantil, es la posición elíptica del sujeto desde la cual cada vez más es empujado a realizar la meta de la pulsión de muerte: morir, no sin antes, reproducir los ritos del capital, entronizado como Otro del Otro, imaginario que deja en un terreno ilimitado el goce mortífero.
