Las políticas en materia de sexualidad, salud sexual, o educación sexual... no nos son ajenas, no nos pueden ser ajenas. Como ciudadanos, por supuesto, pero tampoco como profesionales de la Sexología. Desde ellas se nos dan o se nos quitan espacios. Se da prestigio y valor a nuestro trabajo o, por el contrario, se le quita. Es más, incluso directamente, según sean las políticas, se crean puestos de trabajo o no. Creo que esto es indiscutible, otra cosa será sin embargo el diagnóstico de la situación o cuáles deberían ser, precisamente, esas políticas.