La diferencia entre el Yo mutilado por sus conflictos y el Yo maduro gracias a una investidura suficientemente buena de sus posibilidades crea una tensión.
Todo representante del Yo maduro es considerado como objeto erótico narcisista. Esta designación resulta insoportable e implica graves conflictos. El elemento central de la inmadurez es la no-elaboración del fin pasivo de la pulsión.