La ética constituye un referente de vital importancia para mejorar la práctica en los diferentes ámbitos que inciden en la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual: el entorno familiar, la gestión de nuestras entidades y la atención directa a las personas usuarias. Las reflexiones que a continuación se presentan se articulan en tres perspectivas diferentes pero complementarias entre sí, aportando una visón completa de la práctica diaria y de la repercusión que la aplicación de criterios éticos tiene en ella.