Silvia Aurora Coriat
El entorno construido incide en la funcionalidad, agilizando o entorpeciendo movimientos, desplazamientos, acciones. Pero incide también de manera subyacente, en conductas, voluntades y deseos; en la predisposición a crecer, quererse, cuidarse, construir roles y sentidos.
Aunque el espacio en que vivimos nos pasa habitualmente desapercibido, ante desajustes en nuestra interacción con él es necesario explicar su rol, sus atributos y como optimizarlos. Descubrir y descifrar esa �interacción� �cálida u hostil� existente entre individuos y espacios posibilita detectar los desajustes que mayores consecuencias generan en el desarrollo de una vida plena entendida desde la diversidad, y como revertir sus efectos.