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Freud se inscribe en la tradición de las Luces con su formulación de una sustracción de goce necesaria para que la civilización perdure. Lacan va más lejos: la dominación exige una renuncia suplementaria. El ultraliberalismo es un llamado a que el hombre recupere la parte de goce a la que abdicaba a favor de la comunidad. Consecuencia: la forclusión de la castración; el sujeto queda preso de una economía del goce. Esto funciona a punta de desinstitucionalización: ¡Hay que transgredir prohibiciones y que circulen las mercancías sin trabas! Se produce una desimbolización y el final de toda forma de contrato social. La responsabilidad se plantea ahora de manera totalmente nueva. Sólo la experiencia clínica puede hacer que unos y otros renuncien a esa parte de goce, pero se trataría de una clínica política
