José Ignacio Anasagasti Lozano
Asi como el neurótico sostiene su discurso en un síntoma que le da una posición subjetiva, en la psicosis aparentemente falta el síntoma, el discurso y la posición subjetiva. Por lo tanto, la tendencia es declarar al loco como irresponsable, en el sentido de que nadie ni nada puede responder de el, o desde el. Ahí donde se plantea la cuestión de su responsabilidad, se suele concluir que hay un agujero, un vacío irreversible e irreparable. Entonces, la consecuencia inmediata es tratar de llenar ese agujero con medicación, ingresos, normas, orden social, castigos, etc. Con la psicosis se trabaja en el filo de la navaja, ya que hay que construir el Significante de la Ley ahí donde ese significante falta, en un discurso desamarrado, desanudado. Plantear la existencia o no existencia del Significante de la Ley en una relación excluyente de presencia o ausencia absolutas, forclusión si o no, es desconocer el valor de llamada que tiene el discurso de cualquier sujeto. Seria lo mismo que concebir la constitución del sujeto como una operación intemporal, acabada o inacabada de una vez y para siempre, fuera del espacio y del tiempo de la transferencia. Lo que demuestra la experiencia analítica es que el sujeto esta dividido por el significante, causado por la palabra. Si esta division esta inicialmente ausente en la psicosis, la dirección de la cura apuntara a causarla en la transferencia