Desde mediados de los años 70 es conocido que el uso de algunas drogas destinadas al tratamiento de algunos tumores malignos, como el cisplatino, produce un grado variable de sordera neurosensorial que se estima entre un 9 y 91 por ciento. Una revisión de la bibliografía ha llevado a aceptar un 36 por ciento de sorderas como una cifra media de personas con alteración auditiva secundaria a la aplicación de esta terapia de primera elección en determinadas formas de cáncer de testículo, mama, ovario, etc.
El cisplatino y el resto de las drogas platinadas (carboplatino y oxaliplatino) propuestas más tarde para intentar reducir los efectos secundarios de la formulación inicial, se presentan como un excelente modelo de toxicidad química del órgano de Corti. Hasta el momento, se han descrito las alteraciones que estos fármacos citotóxicos producen sobre la audición y, en menor medida, los daños morfológicos que inducen en las células ciliadas.