El padre real deviene presencia de lo real en lo simbólico, signo de lo imposible. Opera una separación radical entre el discurso de la ciencia, que se propone saber absolutamente quién es el padre biológico, y el discurso del psicoanálisis que hace de ello un punto de imposible en el saber y en las normas. El Nombre-del-Padre es lo que recubre este imposible, este verdadero agujero en lo simbólico.