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El autor parte del hecho clínico de la diversidad de calidades transferenciales susceptibles de ser desarrolladas por un mismo paciente, diferenciándolas en torno a dos referentes: 1) su tendencia a la repetición mortífera y/o a la repetición en tanto más saturada libidinalmente y abierta a la posibilidad de duelo y transformación (cambio psíquico); y 2) su calidad simbólica o nivel de mentalización.
Asume, así mismo, que el análisis-interpretación de las mismas sólo puede llevarse a cabo en connivencia con el funcionamiento simbólico del paciente y, en consecuencia, propone un "trabajo de construcción, recuperación, mantenimiento" del encuadre en tanto duplicación del aparato para pensar los pensamientos, garante de la terceridad y de dicho funcionamiento.
Presenta el historial clínico de un proceso analítico en el que puede verse cómo se combina dicho trabajo, basado en la contención, el ritmo, secuencia y propuesta de significado e incertidumbre inherentes a la triangulación, con interpretaciones de nivel simbólico suficientemente constituido.
