El sistema familiar español ha evolucionado de forma muy semejante a lo acontecido en los países de la Europa occidental, es decir, se constata un aumento constante del número de hogares, un aumento del número de hogares unipersonales y una reducción del tamaño medio familiar. Pero conjuntamente con estos rasgos se dan otros que hablan de forma inequívoca de la peculiaridad de nuestro sistema familiar, a saber: crecimiento constante de los nucleos familiares (padre, madre e hijos) y de los hogares intergeneracionales frente a una todavía débil proporción de hogares monoparentales, de cohabitantes y, por supuesto, de jóvenes adultos viviendo sólos.