El ¿movimiento de la prescripción¿, relativo a los psicólogos que reclaman la capacidad legal de prescribir psicofármacos en los Estados Unidos, no es un fenómeno nuevo. Durante aproximadamente 25 años, los psicólogos y otras personas ajenas interesadas han estado reclamando este movimiento hacia los privilegios prescriptivos. Los representantes electos de la psicología profesional han apoyado constantemente esta ampliación de la práctica; una mayoría aplastante de los votos han respaldado el desarrollo de modelos de formación y legislación para que los psicólogos con formación avanzada puedan prescribir. Desde 1994, los psicólogos han estado prescribiendo de forma activa en el ejército sin ningún resultado negativo significativo, y con evidencias de que están ejerciendo de forma más holística que sus colegas psiquiatras. De la misma forma, datos más recientes sobre los psicólogos que prescriben en Nuevo México, Lousiana o Guam demuestran que los éstos pueden hacerlo de forma eficaz y segura, dentro de un modelo biopsicosocial de salud. Es particularmente interesante que la probabilidad de que los psicólogos prescriban es de 8 a 10 veces menor que la de los médicos, para la misma gravedad y tipo de trastorno mental. Los psicólogos han empezado a demostrar que un verdadero enfoque biopsicosocial, que implica psicoterapia, evaluación psicológica, y enfoques psicosociales, es viable y efectivo para el tratamiento de la enfermedad mental. Los psicólogos que prescriben ven la medicación psicotrópica sólo como una opción dentro de muchas, permitiendo una mayor flexibilidad e implicación del paciente en su elección. Se han demostrado importantes reducciones en el coste de la asistencia sanitaria y se prevé que continúe gracias a este enfoque holístico de la salud mental. Esta ampliación de la práctica tiene grandes expectativas y debería ser aprovechada para fomentar el aumento en el acceso a tratamientos rentables y la mejora de la calidad de la asistencia en salud mental.
The ¿prescription movement¿, involving psychologists gaining prescriptive authority in the United States, is not a new phenomenon.
For approximately 25 years, psychologists and outside interested parties have been calling for this movement toward prescriptive privileges.
The elected representatives of professional psychology have consistently supported this expansion of practice; voting has overwhelmingly endorsed the development of training models and legislation to enable psychologists with advanced training to prescribe.
Since 1994, psychologists have been actively prescribing in the military with no significant negative outcomes and with evidence that they are practicing in a more holistic manner than psychiatric colleagues. Likewise, more recent data for psychologists prescribing in New Mexico, Louisiana, or Guam demonstrate that psychologists can prescribe effectively, and safely, within a biopsychosocial model of healthcare. Of particular note is that psychologists are 8 to 10 times less likely than physicans to prescribe for the same severity and type of presenting mental health conditions. Psychologists have begun to demonstrate that a true biopsychosocial approach, involving psychotherapy, psychological testing, and psychosocial approaches to treating mental illness is viable and effective. Prescribing psychologists view psychotropic medication as only one treatment option among many, permitting increased flexibility and involvement of patient choice. Marked reductions in healthcare cost have been demonstrated and are anticipated to continue due to this holistic approach to mental healthcare. This expansion of practice shows great promise and should be embraced to nurture increased access to cost-effective care and improved quality of mental health care.