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Carlos Sopena
El amor oscila entre el anhelo narcisista de ser uno con el objeto y la necesidad de alteridad. Freud encontró que hay dos tipos de elección de objeto: uno orientado según la propia persona, que se busca a sí mismo como objeto de amor, y otro según el modelo de los progenitores, que es un amor a otro. El amor se despliega en ese espacio entre el objeto especular narcisista y el objeto reconocido en su alteridad, que por ser ajeno desencadena el impulso hacia lo que apetece tener.
Se comentan dos tipos de vínculos pasionales: los celos patológicos y la erotomanía. El celoso no soporta la incertidumbre que afecta a toda relación, y pretende alcanzar una certidumbre absoluta con respecto a la persona amada. Los celos pueden aproximarse a la melancolía, pues al sentirse excluido, el celoso se identifica con el objeto rechazado, sobrante, algo semejante a lo que hace el melancólico.
Por el contrario, el erotómano tiene la convicción delirante de ser amado por el otro, que es un producto mental. Este amor, que es puro narcisismo, nos introduce en el tema del amor en las psicosis.
Amor y duelo es el último tema tratado.
