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María Hernández
La autora parte de la constatación en la clínica de adolescentes del aumento de la tendencia suicida y de las dificultades técnicas y contratransferenciales que plantea. Se relaciona este acto violento contra el cuerpo, de tonalidad delirante, sin conciencia de muerte y de su carácter irreversible, con lo traumático narcisista debido a fallos y frustraciones muy tempranas en relación con el objeto que se reactivan con la llegada de la adolescencia.
El análisis de los fantasmas inconscientes y de los mensajes subyacentes al acto en el período post-suicida esclarece la problemática interna de origen arcaico que moviliza el acto. La dificultad de representación de las experiencias primeras en el cuerpo a cuerpo con la madre, la falta de una figura paterna fuerte que permita la salida de la relación diádica, la culpa referida a la problemática edípica, junto a la importancia que adquiere el cuerpo y la confusión mente-cuerpo en la adolescencia, son factores relevantes en el paso al suicida. Mediante tres breves viñetas clínicas, la autora trata de ilustrar la escisión del objeto en odiado-persecutorio del que se intenta huir, y en amado idealizado con el que se intenta fundir; al mismo tiempo, escisión entre una parte de sí mismo que muere y otra parte que sobrevive para fusionarse con el objeto idealizado.
