Algunas de las últimas obras de Ferenczi ponen de manifiesto sus intuiciones clínicas más originales y destacables en relación con la interpretación psicoanalítica. La humildad del analista, que implica esencialmente poder tolerar la angustia de no saber y de saber que no sabe, y la paciencia que supone tolerar poner a prueba el narcisismo del analista cuando el paciente miente sabiendo que está mintiendo, son dos de los dos pilares a través de los cuales Ferenczi relaciona la tarea interpretativa con la búsqueda de la «verdad psíquica» que especifica el reconocimiento de la «realidad psíquica» del individuo y enfatiza el valor de la empatía ("Einfühlung") como instrumento imprescindible de la escucha analítica. A continuación se examina cómo sus polémicas concepciones sobre el trauma, que alcanzaron su punto culminante en "Confusión de lenguas entre los adultos y el niño" en 1932 y fueron retornadas por Freud, cinco años después de la muerte de Ferenczi, en "Construcciones en el análisis", y en sus últimos trabajos, configurándose de este modo un diálogo póstumo sobre el trabajo analítico entre ambos que, en realidad, nunca se había interrumpido.