El interés por la calidad en la prestación de los servicios va instalándose deforma paulatina en las administraciones públicas, y aunque en el ámbito de los servicios sociales el proceso es más lento; sin embargo, existe más tradición evaluativa de programas y servicios, de aquí que la evaluación de la calidad asistencial esté resultando especialmente atractiva a los profesionales que desean realizar su trabajo con criterios de mejora continua