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Inés García Brisach, Francesc Palmero Cantero
El presente trabajo intenta hacer congruentes los acercamientos clásicos al estudio del estrés con las orientaciones cognitivistas. A nuestro juicio, el estrés tiene que ser entendido como un proceso adaptativo que es la base para el crecimiento general del sujeto. Es imprescindible el estrés porque permite la consolidación de respuestas adaptativas y permite la localización de nuevas respuestas funcionales. Si bien consideramos que la implicación de los procesos cognitivos es algo inevitable en la percepción de estrés, no menos importante nos parece la inclusión de esa dimensión afectiva básica tantas veces ignorada: el estado afectivo actual del sujeto. En cualquier caso, nuestra concepción del estrés incluye un estímulo susceptible de iniciar el proceso, un sujeto capaz de percibir ese estímulo, y un complejo sistema de preparación y respuesta para afrontar la situación. En este último aspecto, en el que la propia percepción, la evaluación y la valoración (variables cognitivas por definición) se convierten en factores fundamentales, hay que enfatizar el modo mediante el que el afecto que experimenta ese sujeto en el momento de llevar a cabo tales procesos influye sobre la propia cognición. Creemos que lo más prudente sería plantear la existencia de una variable filtro, conformada de modo interactivo por las dimensiones cognitiva y afectiva, que se encargaría de tamizar toda la estimulación que llega hasta el sujeto
The present work tries to make appropriate the classic approaches to the study of the stress with the cognitive formulations. In our opinion, the stress process has to be stated as an adaptative mechanism that is the basis for the subject's general growth. It is indispensable the stress because it allows the consolidation of adaptative answers and it allows the localization of new functional answers. Although we consider that the implication of the cognitive processes is something unavoidable in the perception of stress, not less important we find the inclusion of that basical, but so many times ignored, affective dimension: the subject's current affective state. Anyway, our conception of the stress include a stimulus suitable of beginning the process, a subject able to perceive that stimulus, and a complex preparation and answer system to confront the situation. In this last aspect, in the one that the own perception, the evaluation and the appraisal (cognitive variables per se) they become fundamental factors, it is necessary to emphasize the way by means of which the affect that subject experiences in the moment to carry out such processes influences on the own knowledge. We believe that the wisest thing would be to outline the existence of a variable filter, conformed in an interactive way for the cognitive and affective dimensions that would take charge of sifting the whole stimulation that arrives until the subject
