Madrid, España
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El EMDR se ha consolidado como una intervención eficaz para el tratamiento del TEPT en adultos. Su aplicación en población infanto-juvenil requiere adaptaciones específicas. Esta revisión narrativa sintetiza la evidencia sobre la implementación de la terapia EMDR en menores expuestos a experiencias traumáticas, tanto si tienen diagnósticos de TEPT como sintomatología postraumática subumbral. Se analizaron diez estudios independientes, que abarcan desde ensayos clínicos controlados hasta series de casos, con muestras que incluyen menores afectados por violencia, abuso sexual, desastres naturales, accidentes y experiencias de migración forzada. La mayoría de los estudios aplican adaptaciones basadas en manuales previamente publicados. Sin embargo, existe una considerable heterogeneidad en su implementación, y la descripción de las modificaciones es limitada. La implicación de los cuidadores varía significativamente, desde una presencia meramente formal hasta un rol activo de apoyo emocional durante las sesiones. En términos de eficacia, la escasa evidencia disponible indica que el EMDR supera generalmente a grupos en lista de espera y es comparable a intervenciones cognitivo-conductuales centradas en el trauma, con reducciones consistentes en la gravedad de los síntomas de TEPT. La revisión subraya la necesidad de documentar con detalle las adaptaciones y el rol de los cuidadores, aspectos clave para la replicación, estandarización y optimización de la práctica clínica en población infantojuvenil.
EMDR has been established as an effective intervention for treating PTSD in adults, but its application in children and adolescents requires specific adaptations. This narrative review synthesizes evidence on the implementation of the protocol in minors exposed to traumatic experiences, including those with PTSD diagnoses or subthreshold symptomatology. Ten independent studies were analyzed, mostly randomize clinical trials, but also cases and a pilot study. Most studies applied adaptations based on previously published manuals. Nevertheless, considerable heterogeneity exists in how these adaptations are implemented, and the reporting of modifications is often limited. The involvement of caregivers varies substantially, from a largely formal presence to an active role providing emotional support during sessions. In terms of efficacy, EMDR generally outperforms waitlist controls and is comparable to trauma-focused cognitive-behavioral interventions, showing consistent reductions in PTSD symptom severity. The review highlights the need for detailed documentation of adaptations and caregiver roles, which are essential for replication, standardization, and the optimization of clinical practice in pediatric populations.