David Pavón Cuéllar
En el presente artículo, situándome en el contexto de México y Centroamérica, reflexiono críticamente sobre el psicoanálisis en relación con la colonialidad, el mestizaje cultural, los pueblos originarios, sus saberes ancestrales y sus concepciones de la subjetividad. Parto del contexto mesoamericano en el que destaco la cohabitación de chamanes y psicoanalistas, interpretándola como una expresión de la coexistencia de las culturas europea y mesoamericana. Esta coexistencia me conduce a la cuestión del mestizaje, el cual, concebido como un proceso cultural-simbólico y divisivo-conflictivo, puede reconsiderarse a la luz de un psicoanálisis especializado en la división del sujeto y su estructura de borde. Reconozco el aspecto problemático de la herencia freudiana como parte de la herencia colonial, pero también resalto algunas contribuciones teóricas y metodológicas de Freud que pueden resultar útiles para pensar y contrarrestar la colonialidad, entre ellas el eterno presente del pasado, el saber inconsciente, la diferencia entre el saber y la verdad, y los principios de abstinencia y escucha. Reivindicando un esencialismo no sólo estratégico, detecto resonancias entre el psicoanálisis y los saberes ancestrales mesoamericanos en la consideración del deseo, de lo singular, de lo corporal, de lo afectivo, de lo simbólico y de lo psíquico exterior, pero también disonancias asociadas con derivas freudianas como el verticalismo, el individualismo y el especismo-antropocentrismo. Concluyo previniendo contra un uso colonial del psicoanálisis y proponiendo su diálogo horizontal con los saberes ancestrales mesoamericanos.