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Ana Sanz Cortés
, José Luis Tapia Iglesias, Eva García Carpintero, José Francisco Rocabado Rocha, M. Lorena Pedrajas López
Antecedentes: La integración de la inteligencia artificial (IA) como pacientes estandarizados (PE) en la educación en psicología puede mejorar el aprendizaje experiencial y la confianza de los estudiantes. Este estudio analizó la efectividad de simulaciones basadas en IA para desarrollar habilidades de comunicación e influir en el estado afectivo de estudiantes de psicología. Método: Estudio de intervención de métodos mixtos con 31 estudiantes de tercer año, utilizando ChatGPT como PE. Se recopilaron datos cuantitativos sobre estado afectivo, actitudes hacia la comunicación y percepciones de conocimiento y habilidades antes y después de la simulación. También se obtuvieron datos cualitativos mediante preguntas abiertas y un grupo focal. Los datos se analizaron mediante ANOVA de medidas repetidas y análisis temático. Resultados: Los resultados mostraron una disminución significativa en el afecto negativo y un aumento en la percepción de conocimiento y habilidades tras la simulación. Los hallazgos cualitativos respaldaron estos resultados, indicando mayor confianza y menor ansiedad en las interacciones con el paciente simulado. Conclusiones: El uso de IA como PE es una herramienta pedagógica eficaz que complementa los métodos tradicionales, mejora el aprendizaje experiencial, refuerza la confianza en habilidades profesionales y tiene un impacto positivo en el estado afectivo de los estudiantes.
Background: Incorporating artificial intelligence (AI) as standardized patients (SPs) in psychology education may enhance experiential learning and student confidence. The aim of the study was to analyze the effectiveness of using AI-based simulations to develop communication skills and influence psychology students’ affective state. Method: A mixed-methods intervention study was conducted with 31 third-year psychology students. Participants engaged in clinical simulations using ChatGPT as an SP. Quantitative data on affective state, communication attitudes, and perceptions of knowledge and skills were collected pre- and post-intervention via questionnaires. Qualitative data were obtained through open-ended questions and a focus group. Data were analyzed using repeated measures ANOVA and thematic analysis. Results: Significant reductions in negative affect and increases in perceived knowledge and skills were observed post-intervention. No significant changes were found in communication attitudes. Qualitative findings supported the quantitative results, indicating improved confidence and reduced anxiety during simulated patient interactions. Conclusions: Utilizing AI as SPs is an effective pedagogical tool that enhances experiential learning, increases student confidence in professional skills, and positively influences the affective state. This innovative approach offers a valuable supplement to traditional teaching methods in psychology education.
