Santiago, Chile
Rancagua, Chile
Comuna de Concepción, Chile
Arica, Chile
Antecedentes: La inseguridad alimentaria es un problema global asociado con efectos negativos en la salud física y mental. En Chile, afecta a un número creciente de personas, y, pese a esto, su relación con el malestar psicológico, el sesgo de peso internalizado y el riesgo de trastornos de la conducta alimentaria no ha sido suficientemente estudiada. Objetivo: Este estudio busca explorar la relación entre los niveles de inseguridad alimentaria y los resultados psicológicos (malestar psicológico, riesgo de trastornos alimentarios y sesgo de peso internalizado) en adultos chilenos. Método: Se realizó un estudio transversal con 107 participantes adultos (83.5% mujeres), utilizando la escala FIES para medir la inseguridad alimentaria, la escala DASS-21 para evaluar el malestar psicológico, y el EDI-3 y WBIS-M para medir el riesgo de trastornos alimentarios y el sesgo de peso internalizado. Para evaluar el impacto de los niveles de inseguridad alimentaria en las variables psicológicas, se utilizó PERMANOVA. Las comparaciones entre los niveles de inseguridad alimentaria en cada variable dependiente se realizaron mediante análisis de Kruskal-Wallis. Resultados: El 62.6% de los participantes presentó inseguridad alimentaria moderada o severa. Los resultados mostraron que la inseguridad alimentaria severa se asocia significativamente con mayores niveles de malestar psicológico, insatisfacción corporal y sesgo de peso internalizado. La insatisfacción corporal emergió como el factor más relevante en la relación entre inseguridad alimentaria y riesgo de trastornos alimentarios Conclusiones: Este estudio proporciona evidencia relevante sobre la relación entre la inseguridad alimentaria y el malestar psicológico (depresión, ansiedad, estrés), el riesgo de trastornos alimentarios y el sesgo de peso internalizado. Los resultados subrayan la necesidad de abordar el impacto emocional y psicológico de la inseguridad alimentaria en las intervenciones dirigidas a poblaciones vulnerables. Se requiere más investigación longitudinal para comprender mejor las dinámicas entre estas variables y su influencia en la salud mental.