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En 1959, Brown observa que los esquizofrénicos remitidos que vuelven al hogar paterno recaen en mayor proporción que los que regresan a otros tipos de hogares. Esto presagiaba la aparición de una nueva teoría etiológica culpabilizadora de las familias como las ya existentes en esa época. Sin embargo, la búsqueda de la causa de estas recaídas se orientó, no hacia el origen de la enfermedad, sino hacia la interacción familiar que producía la recaída del esquizofrénico remitido. Con esta nueva orientación, se hacía hincapié en el curso, y no en la etiología de la enfermedad. Apareció así la Emoción Expresada (EE), formada por crítica, hostilidad y sobreimplicación emocional. Hoy se admite que los enfermos con una familia de alta EE tienen hasta cuatro veces más probabilidades de recaer que los que tienen una familia de baja EE, habiéndose convertido la EE en el mejor indicador de recaída en esquizofrenia conocido actualmente. La enorme importancia de la Emoción Expresada (EE) como predictor de recaídas en esquizofrenia, ha hecho que, ya desde el principio, se intentase validar este constructo relacionándolo con otras variables que podían influir en la recaída como Acontecimientos Vitales, Estilo Afectivo de los padres del enfermo, sintomatología del paciente, Apoyo Social de la familia o del esquizofrénico, activación psicofisiológica del enfermo, abandono de la medicación... La EE ha mostrado ser independiente de todas estas variables en su relación con la recaída, con lo que su valor como predictor de la misma es evidente.
