Esther Barberá Heredia
La discriminación contra las mujeres persiste y no siempre se manifiesta de manera explícita. Este trabajo analiza las discrepancias entre “igualdad formal” y “desigualdades reales” en referencia a dos motivaciones humanas capitales, el poder y la sexualidad. Los avances innegables en ambas áreas por parte de las mujeres ocultan la persistencia de modelos normativos jerarquizados en los que la masculinidad se construye desde la autonomía, mientras que la feminidad lo hace desde la fragmentación. La erótica del poder, característica de las personalidades independientes, se sigue vinculando con la masculinidad, mientras que a las mujeres se nos educa para otorgar poder a otros, asumiendo como propio lo que éste conlleva de responsabilidad. El principio del placer sigue siendo el objetivo básico de la sexualidad masculina, a diferencia de la educación femenina que favorece la obtención de placer dando satisfacción a los demás. Es incompatible desarrollar nuestra identidad de mujeres como personas autónomas, con independencia económica y emocional, con capacidad de decisión y expectativas de realización personal y, al mismo tiempo, mantener, como ocurre en la actualidad, la posición de dependencia y falta de autonomía. Se sugieren propuestas para que sean las mujeres quienes hablen de sus vivencias de poder y experiencias sexuales.
Discrimination against women persists and is not always explicitly manifested. This paper analyzes the discrepancies between “formal equality” and “real inequalities” in reference to two key human motivations, power and sexuality. The undeniable advances in both areas by women hide the persistence of hierarchical normative models in which masculinity is constructed from autonomy, while femininity is constructed from fragmentation. The erotic of power, characteristic of independent personalities, continues to be linked to masculinity, while women are educated to grant power to others, assuming as their own what this entails in terms of responsibility. The principle of pleasure continues to be the basic objective of male sexuality, unlike female education, which favors obtaining pleasure by giving satisfaction to others. It is incompatible to develop our women identity as autonomous persons, with economic and emotional independence, with decision-making capacity and expectations of personal fulfillment and, at the same time, to maintain, as is currently the case, the position of dependence and lack of autonomy. Suggestions are made for women to talk about their experiences of power and sexual experiences