El feminismo ha pasado de entender la situación de desventaja de la mujer y trabajar por la igualdad de derechos, a explicarla a partir de la señalización del otro sexo como responsable de la misma. El continuo de la sensibilidad nos coloca en la disyuntiva de proteger promoviendo el victimismo, o a responsabilizar posibilitando la resiliencia. El hecho de ser mujer nos está llevando a vivir nuestro cuerpo con miedo, en lugar de centrarnos en el orgullo por el mismo. Vivirnos con libertad y autonomía a partir de nuestros deseos es nuestra asignatura pendiente, y es también hacia donde nos dirigimos.