Una educación inclusiva que respete la diversidad de los/as estudiantes y fomente un ambiente de apoyo y seguridad para todo el alumnado es la base de una Escuela capaz de promover el crecimiento, la participación y el cambio social.
Para ello es necesaria la coordinación constante de los equipos, así como la integración de aspectos cognitivos y afectivos en el proceso de enseñanza-aprendizaje . Se describe en este artículo el caso de Elena, alumna con necesidades educativas vinculadas a sus condiciones de salud mental. La propuesta de atención educativa personalizada llevada a cabo mediante la coordinación de equipos psicosociales y educativos supuso la mejor estrategia de apoyo para su integración social y académica.